A quiet public sculpture. Por una íntima escultura pública

(Las artes en tiempos de desahucios)

Tiempos de desahucios, en la era del desvalijamiento globalizado, son los tiempos cotidianos sujetos a la mágica dialéctica de los ceros, los contrapuestos ceros de la historia que se generan mutuamente: para que ceros signifiquen nada / para que ceros signifiquen todo.

Nos será imperativo enfrentarnos a los monstruos que nos contienen desde prejuicios de culturas y pertenencias incrustadas, romper las arrogancias disfrazadas de pudores, atravesar los inmensos eriales de devastación y soledad que nos separan del anhelado terror de pertenencia real ¿Pertenencia a qué? ¿Qué sería una pertenencia real?

La condena de todo lo precario, lo irrelevante, desde el punto de vista del valor económico, a la invisibilidad, a la inexistencia, al no-ser, nos convierte en permanentes desplazados de una creciente diáspora hacia el extrañamiento más insoportable e inhumano que pudiéramos haber imaginado.

¿De pertenencia real?
La intimidad, lo íntimo, lo descubrimos postergado, por interesada reducción del lenguaje, a los ámbitos de la sexualidad escondida, o sometido a los hechizos del reality show: inventado para exacerbar los cerrojos del pudor de lo que realmente nos afecta.

Proponemos, desde el leve resquicio de nuestro lugar en la docencia pública, una tentativa aparentemente contradictoria, pero convencidos de que sólo podemos evidenciar las grandes contradicciones y falacias que nos colonizan atacando directamente las estructuras de sus propios conceptos, poniendo al desnudo sus insostenibles lógicas.

Proponemos una íntima escultura pública porque lo público desahuciado de la diversidad de lo íntimo sólo puede ser la antesala de la nada.

Cuando las ciudades se atomizan en rotondas, convertidas en fragmentados arcos de triunfo, no podemos comprender qué victoria celebran, qué extraña victoria de Occidente -a juzgar por la uniformidad, la extraordinaria extensión, la dispersión- ¿Victoria sobre qué?


No sabemos cómo podría ser una íntima escultura pública pero sí sabemos que debemos intentarlo.


Una íntima escultura pública podría convocarnos junto a un tiempo aparentemente inútil y desaparecer en silencio.

Vienen tiempos de recuperar cuanto han habitado y habitarán los silencios proscritos.

Quisiéramos no volver a confundir jamás los silencios de la ensoñación con los de la nada impuesta.

























Continúa aquí: http://con-formarnos.blogspot.com
Página web: http://alfonsomaso.com